Introduccion

Introduccion

Este blog spot fue diseñado para rendir homenaje a este personaje reconocido, figura de la literatura hondureña, Froylán Turcios. En el encontraremos la información mas relevante sobre este personaje como su historia, logros personales, y algunas de sus obras literarias mas reconocidas junto con algún análisis literario de diversos autores.

Froylán Turcios

Biografia

Biografia

Froylán Turcios(Juticalpa, 1875 - San José de Costa Rica, 1943) Poeta, narrador, editor, antólogo y periodista hondureño que junto a J. R. Molina fue el intelectual de Honduras más importante de principios del siglo XX. Fue ministro de Gobernación, diputado al Congreso Nacional y delegado de Honduras ante la Liga de las Naciones en Ginebra. Dirigió el diario El Tiempo de Tegucigalpa y fundó las revistas El Pensamiento (1894), Revista nueva (1902), Arte y Letras ( 1903) y Esfinge (1905) entre otras. En Guatemala editó los periódicos El Tiempo (1904) y El Domingo (1908) y en Honduras El Heraldo (1909), El Nuevo Tiempo (1911) y Boletín de la Defensa Nacional (1924).

Imbuido de las luchas americanistas, fue secretario privado del guerrillero patriota Augusto César Sandino en Nicaragua, y en el plano literario amigo de R. Darío, J. R. Molina y numerosas figuras del pensamiento universal. Realizó una férrea labor de defensa nacional denunciando la política del Gran Garrote implementada por Estados Unidos en la región centroamericana y caribeña.

Obra

Obras

Turcios fue un cuentista de finos rasgos preciosistas, inclinándose a los temas violentos. Inició en Honduras en el siglo XX el género del cuento. Además de cultivar la poesía preciosista, elaboró sus relatos como filigranas estrilpisticas. Sus textos en prosa, influidos por el italiano Gabriele D´Annunzio, se Caracterizan por la pericia en la trama, el valor exacto y a la vez ornamental de las palabras y los finales iesperados o impactantes que marcaron luego buena parte del género en América Latina.

En 1910 publicó la novela El Vampiro, cuyo tema gira alrededor de la muerte y tiene un estilo modernista, razón por la cual la realidad no se ve reflejada directamente en la obra. Al año siguiente publicó otra ovela mas breve llamada El fantasma blanco.Entre sus volúmenes de poesía y cuento se hallan, entre otros, Mariposas(1895), Renglones(1899), Hojas de otoño(1905), Prosas nuevas(1914), Floresta sonora81915), Cuentos del amor y de la muerte(1930), Páginas de ayer(1932) y Cuentos Completos(1995).

viernes, 10 de septiembre de 2010

Analisis literario y critica de libros poeticos de Froylán Turcios. - Por José Antonio Funes


Hojas de otoño(1904), Tierra maternal (1911), Prosas nuevas (1914), Cuentos del amor y de la muerte (1929) y Páginas del ayer (1932).




Hojas de otoño (1904)



Cuando en 1904 aparece Hojas de otoño, publicado por la Tipografía Nacional de Honduras, el nombre de Turcios no sólo era conocido en Centromérica, sino también en Hispanoamérica y en España. Desde la dirección de la Revista Nueva (1900-1903) el poeta había establecido contacto con los grandes escritores modernistas y había publicado trabajos de ellos y de la moderna literatura francesa que tanto inquietaba a “los nuevos de América” liderados por Rubén Darío. Es más, es en la Revista Nueva donde Turcios da a conocer gran parte de los cuentos de Hojas de otoño, que aparecen bajo el sugerente título de “Cuentos crueles”, el mismo nombre con el que el francés Villiers de l’Isle Adam había bautizado un conjunto de relatos en 1883.

Pero, ¿qué tienen de “crueles” estos quince cuentos que Turcios publica en Hojas de otoño? Es importante establecer que desde finales del siglo XIX el poeta se siente atraído por una de las expresiones de la literatura modernista que Rubén Darío elogió en su libro Los Raros (1893): el decadentismo. Precisamente Villiers de l’Isle Adam es uno de los escritores homenajeados por Darío en esa galería de “raros”, aunque Turcios, en un artículo del libro Renglones (1899) reclama al nicaragüense el no haber incluido dentro de la lista al gran decadente de la literatura italiana: Gabriele D’Annunzio, “il Magnífico”, que para el hondureño siempre fue el más grande escritor de todos los tiempos.

Para entender el decadentismo literario es necesario ubicar esta corriente dentro de las manifestaciones estéticas de finales del siglo XIX. El crítico Aníbal González señala que uno de los rasgos de la escritura modernista fue el haber incorporado algunos tópicos de la literatura europea finisecular, particularmente tópicos del decadentismo, entre los cuales pueden señalarse: la mujer fatal, la necrofilia, el incesto, el dandy, el fetichismo y otros . En cuanto a la mujer fatal fueron los modernistas quienes descubrieron ese arquetipo, ligado principalmente a la temática de la decadencia. Como sostiene Lily Litvak: «El fin de siglo se sometió a la fascinación de las crueles reinas, de las mujeres despiadadamente perversas como representaciones de la esencia primigenia de lo femenino» . Aunque no cabe duda de que siempre han existido las mujeres fatales, el fin de siglo se caracterizó por dirigir especialmente su atención estética a una sola imagen femenina: la Salomé bíblica, el mito que reúne en sí toda una serie de perversiones donde se mezcla la lascivia y el incesto con el crimen. La figura de Salomé inspiró textos literarios a Oscar Wilde, Eugenio de Castro, Stephan Mallarmé, Julián del Casal, Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo y, por supuesto a Froylán Turcios con su cuento “Salomé”.

Otros de los tópicos del decadentismo que se pueden advertir en Hojas de otoño son el incesto, en “El tío Roberto” y el tema del fetichismo en “La musa Melancolía” y “Día de invierno”. Sin embargo, vale destacar que el decadentismo se caracerizó también por una literatura en la que abundaban los colores oscuros, los paisajes invernales y melancólicos, relatos en donde suelen aparecer como únicos personajes un hombre y una mujer, pero en donde los principales contendientes son el amor y la muerte, en los que siempre el amor sale derrotado. Algunos de los títulos resultan más que sugerentes: “La noche de difuntos”, “Día de invierno”, “En la sombra profunda” y “Tristeza de otoño”.

Como buen modernista, Turcios sitúa a todos sus personajes en ambientes cosmopolitas, con caracteres y gustos decididamente europeos. Pero no sólo se le debe a este escritor el haber introducido el relato cosmopolita en Honduras, sino que él fue nuestro primer modernista en incorporar el relato fantástico en la narrativa hondureña, como puede observarse en los cuentos “El caso de Ernesto” y “La novia de Ludovico”, éste último publicado en 1899, en la Revista Nueva. El interés de Turcios por la literatura fantástica lo llevaría a ser admirador de Edgar Allan Poe, uno de los grandes maestros del género. En “La risa de la muerte” resultan evidentes las huellas intertextuales del célebre relato de Poe “La barrica de amontillado”, que apareció también en la Revista Nueva .

Por otra parte, existen dos motivos modernistas en los relatos de Turcios que deben destacarse. El primero se trata de la existencia de un mundo posible más allá de la muerte, idea que llegó a fascinar a muchos modernistas, entre ellos a Rubén Darío, Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Antonio Machado (1875-1939), Valle-Inclán y Julio Herrera y Reissig (1875-1910), y que los llevó a acercarse al ocultismo o a la masonería. En el poema “Lo fatal”, Darío eleva su pregunta sobre “el espanto seguro de estar mañana muerto”, como sucede con los personajes de “El viento nocturno” y en “Bajo el cielo inmutable” de Turcios. En “Romanza de ultratumba”, sin embargo, la preocupación de los personajes se centra, en una existencia más allá de la muerte y, principalmente, en la trascendencia del amor.

Por último, resulta imprescindible destacar en Hojas de otoño, uno de los cuentos mejor concebidos de Turcios: “Amor sacrílego”. Lily Litvak en su libro Erotismo fin de siglo llama la atención sobre un motivo finisecular que liga lo espiritual con el “placer del sacrílego”, de lo cual resulta una estética donde “se mezcla lo religioso y lo satánico en una sensualidad seudorreligiosa [...]. La estética termina basándose en la oscilación entre dos elementos irreconciliables, el renunciamiento y la exaltación de la carne . En “Amor sacrílego”, un joven sacerdote sufre los tormentos más atroces para aplacar sus tentaciones carnales. La soledad, el enclaustramiento sombrío, la autoflagelación, sus desesperados ruegos a un Cristo de bronce, de nada le sirven; su “ansia de amores y placeres” no le da tregua. El final resulta truculento, en suma efectista, y se encuentra directamente conectado con el ritmo que adquiere el relato desde el comienzo. Estamos, sin embargo, ante una de las mejores piezas de la narrativa modernista hispanoamericana, un cuento que evidencia la gran capacidad de Froylán Turcios como esteta consumado del modernismo.







Tierra maternal (1911)



Desde 1911, el modernismo aristocrático, preciosista y exótico comenzaba a dar signos de cansancio. La década de 1910, señala Hervé le Corre, supuso una época de mucha heterogeneidad, en la cual se manifiesta la preocupación por la búsqueda de «una unidad social y política cimentada por valores nacionales». Algunos fenómenos que irrumpen en el escenario mundial, como la Revolución Mexicana (1910) y la Primera Guerra Mundial (1914-1918), producen no sólo en Europa, sino en todo el mundo, «el sentimiento de “orfandad”, de cuestionamiento de un modelo» . Una de las direcciones del postmodernismo fue el regreso al ámbito de lo propio, el encuentro del hombre con la vida sencilla de la provincia, el empleo del sencillismo lírico y la adopción de un lenguaje costumbrista. En este sentido, Turcios demostró estar a la altura de su tiempo, cuando en 1911 publica en la Tipografía Nacional de Tegucigalpa Tierra maternal, un libro de cuentos y poemas regionalistas, con los que el poeta evoca la naturaleza de su región y narra algunos relatos que, con una mezcla de supersticiones y violencia, parecen surgir de la tradición oral del contexto en donde se desarrollan: el departamento de Olancho. De los siete relatos de este libro, seis tratan de violaciones y crímenes atroces; sin embargo, destaca una de las narraciones más tiernas escritas por Turcios: “Soledad”. En este relato, donde el colorido paisaje olanchano se mezcla con el ardiente erotismo de dos jóvenes adolescentes, existe una relación de tipo autobiográfico, según lo señala el mismo Turcios en sus memorias . Tierra maternal sólo significó un alto en el camino, un breve homenaje a su tierra, a sus paisajes y a su gente; luego, con Prosas nuevas, el autor retoma la estética modernista.




Prosas nuevas (1914)


En 1914 Froylán Turcios publica Prosas nuevas, en la Tipografía Nacional de Tegucigalpa. Puede entenderse que después de haber explorado los temas regionalistas con Tierra maternal, Turcios retome el camino de la estéica modernista, ya que esta oscilación entre una escritura y otra fue también característica de otros modernistas como el uruguayo Carlos Reyles (1868-1938), el argentino Enrique Rodríguez Larreta (1873) y el guatemalteco Rafael Arévalo Martínez (1884) . Con este libro de prosas y cuentos, el hondureño se consolida como uno de los mejores escritores modernistas de Centroamérica. No obstante que el modernismo en 1914 ya se acercaba a su fin –Rubén Darío moriría dos años después- Turcios sigue manteniendo casi los mismos postulados estéticos de su libro Hojas otoño. Es decir, en Prosas nuevas reaparecen temas tan recurrentes del modernismo decadentista, como el del fetichismo en “El poema de las manos perversas” y en “Los ojos de Ofelia”; la mujer fatal en “Elysabeth”, “Un encuentro fatal”, y “Noche buena en alta mar”; un asomo de incesto en “Katie”; el tema del amor de ultratumba en “Nocturno melancólico” y los amores fantasmales en “La muerte enmascarada”. En “El domador”, un relato que incorpora genialmente el elemento fantástico, Turcios parece acercarse a la sobriedad, al despojo del lenguaje preciosista y a la precisión de la narrativa postmodernista, aunque con un tema común del modernismo: la valoración de la existencia y el terror a la nada.

Ahora, es necesario destacar dos cuentos de Prosas nuevas, ya que ambos presentan circunstancias temáticas poco comunes en el escritor hondureño: “Vísperas de boda” y “Pareja exótica”. En “Vísperas de boda”, por primera vez, el autor hace uso del diálogo directo entre un personaje femenino y uno masculino, hasta entonces todas la voces de mujeres habían sido introducidas a través del narrador. Pero, en este texto, la mujer no sólo logra conquistar un espacio para su voz, sino que hasta se defiende con orgullo, cada vez que emplea la ironía para provocar más a su interlocutor. Es la primera vez también que el autor emplea con tanta claridad y humor el recurso de la ironía. Por supuesto, a Turcios le interesa destacar que Henrique con sus 50 años – y a pesar de su condición de burgués- se encuentra en una posición desventajosa a diferencia de Andrés, que es joven, y además poeta, por lo que también sale a relucir la oposición entre los valores materiales y los del arte.

En cuanto a “Pareja exótica”, no cabe duda de que este cuento constituye una buena muestra de una serie de patologías que salen a relucir en la mayoría de los relatos de Turcios, en los que se ven implicados un hombre y una mujer. Sin embargo, es posible que detrás de este cuento pueda encontrarse la influencia de dos de los escritores más admirados por Turcios y a quienes tuvo la oportunidad de conocer personalmente: el francés Rémy de Guormont y el belga Maurice de Maeterlinck . El hondureño se sintió impresionado por la obra de Gourmont, Física del amor, donde el francés propone una vuelta a la naturaleza en la explicación del amor, y tal retorno implica un encuentro no sólo con el origen salvaje de la especie humana, sino también con todas las formas animales. Maeterlinck, por su parte, propuso en su estudio Vida de las abejas una alegoría de las relaciones humanas, al atribuirles a tales insectos sentimientos como el rencor y el odio. Al escudriñar en la naturaleza para explicarse el amor entre los seres humanos, los naturalistas se dieron cuenta de que entre las pulsiones destructivas de los hombres y de los animales no había diferencia. Así, el “felino ademán” de la mujer en “Pareja exótica”, la manera en que “rompe con los dientes el cristal” de la copa, y su risa diabólica que agita “los pájaros azules de su sombrero”, reflejan los símbolos de su naturaleza salvaje. Además, la forma excesiva en que se ensaña contra el hombre, ese “lacayo” que soporta pasivamente la agresión, no deja ninguna duda de que en ella se concentra la sustancia de la mujer fatal, que ha encontrado una forma más directa de destruir a su víctima.

Todos los cuentos de Prosas nuevas evidencian la gran capacidad de Turcios como narrador, la cultura ecléctica y cosmopolita que el hondureño había absorbido, producto de sus lecturas, su experiencia como editor de revistas de prestigio, su relación con grandes escritores de la época y sus viajes por América y Europa.
 
 
Cuentos del amor y de la muerte (1929) y Páginas del ayer (1932)



Un año después de haber sido nombrado por el gobierno de Honduras Encargado de Negocios en la capital francesa, Froylán Turcios publicó Cuentos del amor y de la muerte (1929), en la editorial Le Livre Libre de París. Este fue el último libro de cuentos que publicara en vida, y en él se encuentran recogidos todos los relatos de Hojas de otoño, Tierra maternal y la mayoría de Prosas nuevas, además de otras narraciones publicadas en revistas de Honduras y del extranjero.

A pesar de que en algunos relatos de Cuentos del amor y de la muerte como “Último día” y “La pasajera de los ojos verdes” se puede identificar todavía el tema de la mujer fatal, en la mayoría de las nuevas producciones incluidas en este libro se percibe un lenguaje despojado de los adornos preciosistas y de los tópicos del decadentismo, aunque, a veces, la oscilación entre modernismo y postmodernismo se presta a muchas confusiones. Así, “El mago” , podría clasificarse como postmodernista, tanto por el empleo de un lenguaje sobrio, como por el tema, en el que el hombre, a pesar del desencanto por la vida, decide aferrarse a ella; mientras que con “Felisa” , publicado diez años después, Turcios vuelve al tema del amor y de la muerte en la línea puramente decadente: el narrador protagonista y poeta, los paisajes otoñales y lúgubres, la mujer prerrafaelita, la enfermedad, la lucha contra el destino... En todo caso, el desorden cronológico y la falta de fechas al final de cada cuento, en esta edición de 1929, presenta confusiones a la hora de determinar el contexto en que fueron escritos, y, por lo tanto, la evolución estética del autor. Algunos textos marcadamente modernistas, como “Fábula del crisantemo verde” y “La mejor limosna” que habían aparecido entre 1905 y 1906 , por no haber sido incluidos en libros anteriores, podría pensarse que fueron escritos después de 1914, cuando aparece Prosas nuevas.

En 1932 Turcios publicó también con la editorial Le Livre Libre Páginas del ayer, un libro de prosas, anécdotas, poemas en prosa y cuentos. Algunos de estos escritos ya habían aparecido en Hojas de otoño y en Prosas nuevas, otros fueron publicados en las revistas Atenea de Costa Rica y en Hispano-américa de Honduras. De Páginas del ayer se han incluido cinco narraciones que, a nuestro criterio, pueden considerarse relatos, aunque hay muchos que, en su calidad de poemas en prosa, se pueden confundir con textos narrativos. Los textos escogidos son los siguientes: “El lunar”, “En la negra noche”, “Gaby”, “El último billete”, y “Momento supremo”. Detrás de “Gaby” se encuentra implícita la experiencia autobiográfica del autor, ya que el relato coincide temporalmente con sus dos viajes a París en 1906 y en 1920.

Es posible que el intento de Turcios, de publicar lo más importante de su obra en París, obedeciera sobre todo a un interés personal por rescatar sus libros, cuyas ediciones en Honduras habían sido escasas. A los 55 años, y con el modernismo ya superado por las vanguardias , resultaba obvio que la estética de sus nuevas publicaciones, que abarcaban textos desde 1904, debían tener muy poca cabida en los gustos literarios del momento. Su situación como escritor se hacía aún más difícil en París, donde en esos mismos años tres escritores latinoamericanos exploraban, desde distintas vertientes, en el campo narrativo: Miguel Ángel Asturias, con Leyendas de Guatemala (1930); Alejo Carpentier (1904-1980), con Ecué-Yamba-O (1930) y Arturo Uslar Pietri (1906-2000), Las lanzas coloradas (1930) . La amistad de estos tres escritores se vio enriquecida intelectualmente, y a pesar de que todos editaron sus obras en Madrid, la experiencia cultural parisiense los motivó especialmente a la búsqueda de lo universal en la realidad de sus países.

En Honduras tampoco las condiciones serían muy favorables para los nuevos logros editoriales del hondureño, ya que en 1932 se instala el gobierno de Tiburcio Carías, que con el tiempo degenerará en dictadura y que retendrá el poder hasta 1948. Esto pudo haber afectado considerablemente la difusión de los libros, y es posible que el desconocimiento, que hasta ahora se tiene de la obra de Turcios obedezca a esa misma razón.




 Otros cuentos
La mayoría de los cuentos que aparecen en esta sección fueron publicados en Costa Rica, en la segunda etapa de la revista Ariel, entre 1937 y 1943. “Un desventurado”, publicado en 1941, guarda impresionante similitud en cuanto a la temática y a procedimientos narrativos con el cuento “Rojo” de Rubén Darío, aparecido en 1892. De lo que no cabe duda, es que Turcios no le otorgó muchas concesiones a las corrientes posteriores al modernismo; al contrario se mostró renuente a cambiar su visión estética, como lo demuestra en el artículo “Escribir bien”, de 1938:



Con frecuencia leo en libros, diarios y revistas, que la prosa o los versos de tal o cual escritor o poeta son muy bellos, aunque su forma de expresión ya no está de moda, o que se halla rezagado, o que se escribe como se acostumbraba hacerlo a finales del siglo último, etc., etc.

En general los que se pronuncian así son jóvenes que hacen sus primeros ensayos en las letras y que buscan en vano su camino en una absurda anarquía que llaman vanguardismo y que consiste en despreciar todos los dogmas clásicos, procurando sorprender al lector con las hipérboles y las metáforas más extravagantes, con frenéticos saltos de acróbatas de la frase, destruyendo el verso en su ritmo melódico .



Así se defiende el poeta de una crítica que, como deja entrever, había sido dirigida contra él. Obsérvese como defiende “el ritmo melódico” del verso, una de las cualidades fundamentales de la estética modernista. Sin embargo, la renuencia a incorporar a su escritura otras técnicas y otros temas, también resulta evidente en su narrativa de tema amoroso, en la cual persiste uno de los tópicos de fin de siglo más comunes en sus primeros trabajos: la necrofilia. Esto se puede observar en los relatos publicados entre 1941 y 1943: “Sombra lejana”, “Silencio campesino”, “Manos en las tinieblas”, “Celeste sombra” y “Doloroso amor” ; los mismos títulos aluden a su temática decadente.

La gratitud era uno de los sentimientos que Turcios más valoraba, de la misma manera que depreciaba la ingratitud: «No hay entre las perversidades humanas ninguna que me produzca mayor asco que la ingratitud. El ingrato es un ser abyecto y ruin, el más vil y miserable entre los miserables» . El tema de la gratitud aparece en ”Un príncipe”, “Gratitud espléndida”, “Una generosa estratagema”, y “El salvador” , publicados entre 1937 y 1941. En estos relatos, los personajes que realizan actitudes generosas a sus semejantes, al final se ven recompensados con grandes fortunas que los salvan de sus aprietos económicos. Algo de su vida habrá puesto Turcios en este tema, ya que en sus Memorias relata cómo en muchas ocasiones ayudó a otros a salir de situaciones difíciles, y algunas veces hasta a salvarles la vida . Ante la situación económica que atravesaba el poeta en sus últimos años, hubiera deseado que al menos uno de los muchos a los que había ayudado llegara un día, como uno de los personajes de “El salvador”: «Hermano querido: las deudas morales no pueden nunca pagarse; pero ya que esto es imposible me conformaré con devolverle aquella suma con los intereses de mi gratitud. En esta cartera encontrará usted cien mil dólares en giros y mi tarjeta con mi dirección en Nueva York... –Ojalá pudiera yo servirle en algo más...» . Cuando Turcios escribe este cuento, se encontraba enfermo y pasando por una precariedad económica que rozaba la miseria. La única recompensa que recibió fue la pensión de doscientos pesos mensuales que le otorgó el gobierno de Carías en 1940, y que le sirvió para sobrevivir los últimos tres años de su vida.




Funes J.(2007)Froylán Turcios-Análisis de obras, extraido 9 Sep. de la pagina web.litart.mforos.com

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