Mariposas (1895); Renglones (1899); Tierra maternal (1911); Floresta sonora (1915); Flores de almendro (1931).
Mariposas
La tópica en torno a la muerte -que puede entreverarse a poemas como los anteriores o presentarse como tema central- también posee la atmósfera y el tono románticos: presentimientos nefastos; visiones anticipadas del fatal momento; amores absolutos rotos por la muerte; ataúdes y aves negras; días sombríos y brumosos; anhelos de morir, suicidios... Lo advertimos en poemas como "El regreso", "La mariposa negra", "Invierno". Los versos adquieren este cariz: Ya vienen de noviembre las ráfagas glaciales,/ sobre su débil tallo tembló la blanca flor;/ y envuelta el alma enferma en sombras sepulcrales/ tirita de tristeza, sin luz y sin calor.(...) qué grato es el reposo,/ qué grata la ventura,/ del sueño del olvido/ allá en la tumba obscura.../ después de cruel jornada/ qué dulce es descansar! ("Los desgraciados", Ib: 54) Ya es árido desierto/ mi pobre corazón, triste y herido..../ Feliz cuando repose frío y muerto/ envuelto en el sudario del olvido! ("Días negros", Ib: 94). ("Pálida mors", Ib: 47);
Además, el libro contiene poemas a la madre ("El mejor nombre"); homenajes ("Morazán", "Salvador Díaz Mirón", "Manuel Gutiérrez Nájera", "Rubén Darío", "En la última página de María"...); reflexiones sobre el propio valor ("Crespones") y sobre la condición humana en general ("En el humo de mi cigarro": lo efímero); textos de tema político ("Líneas"), marino ("Barcarola"), onírico ("Fue un sueño": cree ver al espectro de Julián del Casal), religioso ("A la fe"), patriótico ("A Honduras", "Patria"). Pero, en ninguno, un verso memorable o distinto al de sus predecesores o contemporáneos. Lo más valioso de Mariposas está en las composiciones en prosa. Algunas están muy cerca o rozan al ensayo doctrinario, didáctico o literario. Otras -de índole narrativa- se emparentan con el cuento. El grupo más importante -que con suma frecuencia impregna a los anteriores (es difícil establecer fronteras tajantes)- sigue la línea de la prosa poética a la que fue tan propenso el modernismo. Como ejemplos, citamos "Noche de luna", "Mayo", "En el mar", "Ave marina", "Recónditas", "La balada de los dos besos", "Pasionarias", "Adoración"... En los dos rubros últimos, la temática es similar a la que observamos en los poemas:
Faro de las inmensas tinieblas de la duda y del dolor, chispa con reflejos de nácar
y diamante, sereno horizonte en el nebuloso cielo de la incertidumbre!
Angel de las alas doradas que en medio de las profundas tristezas te apareces como visión
de encantadores ensueños, iluminando el alma con los rayos de tu celeste claridad,
despejando las brumas de la mente, las supremas mieles del corazón!
Diosa de la simpatía, romántico ideal de los amores castos, novia de las seductoras
caricias, si yo fuera poeta, cómo te cantaría!
(...) Siempre que en mi alma he sentido el vacío de la nada, siempre que el desaliento bate
sobre mi espíritu sus alas sombrías, te me apareces fantasma de las albas vestiduras y
alumbras con el destello de tu rósea luz la obscura noche de mis profundas tristezas. ("A la esperanza", Ib: 61-62)
En las noches de luna, en las misteriosas noches de luna, qué de ensueños vagos, qué
deseos sin nombre, qué de aspiraciones inmortales que como pájaros errantes elevan en el
espíritu su canción triunfal!
Ah de las muertas ilusiones! ah (sic) de los dulces sueños irrealizables! ah (sic) de los
azahares en la frente de la novia!
¿Qué se hizo el rumor del primer beso, la impresión de la
caricia lánguida, el eco de la voz de la bella Colombina?....
¿Qué se hizo el perfume de la amada y la lágrima silenciosa del último adiós?... ("Recónditas", Ib: 143)
Por el fondo doctrinario, destacan los textos, tanto en verso ("Líneas") como en prosa ("Renglones"), en los que el autor execra a los tiranos:
Yo he jurado odio eterno a los tiranos
Que hacen de su crueldad público alarde;
Á esos que alientan corazón cobarde,
Con la sangre de Abel rojas las manos. ("Odio eterno", Ib: 267)
(...) no creais que ese 'olor di femina', que esa pasión por la forma plástica que ha
enloquecido al mundo con todas las volubilidades y nobles virtudes de la mujer, constituye
la musa de mis ideales superiores. Pequeña sería mi alma, raquítico mi cerebro, si así
sintiera y pensara.
No! Mi musa egregia, mi musa real, altiva y nobilísima, es la musa de
Mirón en Méjico, de Montalvo en el Ecuador, de Vargas Vila, nostálgico y proscrito del suelo colombiano. Es la
musa de los grandes varones, de los que llevan la protesta, el anatema y la maldición para
los tiranos y el sol de la libertad sobre la frente. Musa desmelenada y soberbia que caería
ensangrentada en el campo de batalla y que llegaría al martirio con la sonrisa del
desprecio en los labios. ("Mariposas", Ib: 289)
Exaltación emocional y preocupación social que corresponde más al espíritu romántico que al modernista. Inclusive, en esa última composición, al hacer un balance entre ambas perspectivas, su inclinación es muy clara. En los significativos párrafos finales del libro, leemos:
Si en algunos de mis versos ó cuentos se advierte marcada tendencia hacia esa escuela,[el modernismo o decadentismo] eso no prueba, sino que he cedido al ritmo musical el encadenamiento artístico de mis ideas, tratándose de asuntos ligeros ó vulgares, en que para nada necesitaba de estrofas bélicas y resonantes, y sí de las expresiones del sentimiento íntimo, que es el colorido y la luz de la poesía erótica. Esa palabra decadente tiene para mí la antipatía de su sentido absoluto: literatura que decae no es la literatura que ambiciono, no es el campo de combate para mis ideales de gloria. En la armonía de las palabras, en la sonoridad de las frases no se puede encontrar la realidad de las aspiraciones del artista. Idea, fondo, unido al rítmico lenguaje de la poesía, ese es mi ideal. La literatura de los poetas excelsos que ven en el arte el medio para vencer el espíritu retrógrado de una época, para realizar un noble sueño, como Víctor Hugo: la literatura de los grandes escritores que ven en el lenguaje conciso y revolucionario una arma de combate para triunfar contra las tiranías, esa es la literatura del porvenir y en ese campo estrenaré mis armas, bregando por todas las libertades y por todos los derechos! (Ib: 300)
Renglones
En Mariposas predomina la nota sentimental. Quizá, por ello, Turcios, varias veces, alude a un público femenino. Al finalizar, indica que su próximo trabajo literario tendrá un temple viril. De ahí que, en Renglones, varios textos entrañen una alabanza o un reconocimiento a personalidades o profesiones que han hecho de la lucha, el aspecto central de su existencia. Esta idea se encarna, con nitidez, en los poemas "El último redoble" (el tamborilero, aunque le cortan una mano, con la otra, continúa exhortando al combate) y "Estrofas":
El combate es un sol: todo lo alumbra
y de fulgores los espacios puebla:
no te quedes jamás en la penumbra
como el ave aterida entre la niebla.
Antes alza la frente ennoblecida
donde brotó la luz del pensamiento
y reta las miserias de la vida
con el empuje de huracán violento. (Turcios, 1899: 81)
Responden a ese espíritu confrontativo: "Periodismo" (cátedra sagrada de las inteligencias superiores; los periodistas son sacerdotes de la palabra (...) caballeros armados de nobles armas, en sus briosos corceles de guerra, Ibid: 5-6); "Página patriótica contra los déspotas"; "Los espectros" (visión grandiosa de Napoleón y sus generales y de Bolívar y los patriotas americanos, con el señalamiento de mayor grandeza moral en estos últimos); "Los sepulcros" (exaltación de las tumbas del héroe, el poeta y la virgen); "Mis odios" (execración a los tiranos, los hipócritas, los envidiosos...); "La aristocracia del porvenir" (frente a la del dinero, que priva en la época, la del futuro: la aristocracia del talento)... Con respecto a las prosas poéticas de signo más definido, Turcios conjuga toda la pedrería lingüística del idioma. Imágenes, adjetivaciones, contrastes, anáforas, paralelismos... El sabio empleo de los recursos expresivos en donde el referente es, apenas, el pretexto que permite el despliegue del poder efectista de la palabra. Como muestra, dos textos completos:
Viene la noche negra, la hora suprema de los desesperados. El fósforo cerebral se incendia y arroja sobre las ideas de luto, sobre los pensamientos de duelo, fugaces llamas rojizas, chispas de sangre; mientras en el corazón cae sobre todas las alegres ilusiones, sobre todas las risueñas esperanzas, el sudario mortuorio del suicida. Se oye un tiro de revólver, se ve el reflejo de un puñal...... y todo queda en silencio. Después, á la luz del día, pregunta la multitud con voz inconsciente: ¿Por qué?... Y en tanto que á su alrededor se agitan los estúpidos, el muerto yace inmóvil sobre el ataúd, con el semblante iluminado por una sonrisa de profundo desprecio. ("Media noche", Ib: 68)
Amo la soledad: porque ella me hace pensar en lo infinito y me trae las brisas de un lejano país de ensueños y quimeras; porque me hace sentir hondamente la atracción de la nada y sumerge mi espíritu en una somnolencia indecisa en que cruzan por mi memoria los recuerdos de mi pasado y las visiones de mi porvenir. Amo la soledad del campo, porque en el sagrado templo de la naturaleza siento en mi alma un florecimiento de ilusiones y que huyen de mi cerebro las desesperantes teorías de este siglo pesimista; pero sobre todo eso, amo el silencio del bosque ó la soledad de mi cuarto, porque hasta ahí no llega el rumor de la ola humana, el ruido del mundo, el sordo murmullo de miserias y pasiones agitadas con que se representa á diario el sainete de la vida. ("Soledad", Ib: 67)
De nuevo, la visión sombría de raigambre romántica. Otros trabajos de similar espíritu son: "Mientras llueve" (contempla el retrato de una mujer); "La canción de las rosas" (divagaciones en torno a las rosas blancas, amarillas y rojas); "Antítesis" (contraste entre la edad cronológica y la juventud y ancianidad espiritual); "Crepúsculo marino" (analogía entre el mar y él); "Plenilunio" (evocación del puerto de Amapala); "Acuarela de otoño"; "Ojos tristes" (amor y sugerencias de muerte); "Lágrimas" (las del mar del dolor, las de felicidad, las de guerreros como Bonaparte...). En "Fantasías marinas": viendo el mar, evoca, como si fuese una procesión de espectros, entidades abstractas:
Ahí van las visiones más etéreas y vagas, la Aspiración consolando al Desaliento, la Desventura enjuganda (sic) las lágrimas de duelo de la Esperanza. (...) La materia lanza al espíritu su burla acerada, y éste llora sus difuntos anhelos de gloria, mientras el Escepticismo le sonríe con tristeza. Después aparece el fantasma del Amor, cubierto por una blanca túnica de ilusiones enfermas; le siguen la Traición, la Volubilidad y la Indiferencia; la Felicidad se quedó rendida de cansancio en el camino. (Ib: 34-35)
Las descripciones de sabor modernista -imágenes que convocan el poder sugestivo de los sentidos- muestran su esplendor en el tratamiento del paisaje:
Ya la verde campiña se tiñó de amarillo color: un musgo de oro ha cubierto la tierra blanquecina de la llanura. Mudos están los pájaros, sin flores los grandes árboles salvajes, las hojas van cayendo á impulsos del huracán. Donde antes había riqueza de vida y de perfumes, reina hoy la soledad y la aridez. Allá á lo lejos se ven como fantasmas del crepúsculo las altas montañas, indecisas en la tiniebla.
El rumor del río llega á mi oído como una voz lejana; como un dulce canto el murmullo de las selvas y un cálido soplo de marzo me acaricia cual un aroma de mujer. ("Acuarela de otoño", Ib: 102)
Menores logros observamos en los escritos versificados. La idea de la muerte la encontramos en "Remember" (que ella lo recuerde cuando yazga en la tumba); "El nimbo" (retrato de la amada muerta); "Eternas" (al propio sepulcro bajarán sus novias) y "Ligeia" (evocación del emblemático personaje de Edgar Allan Poe). El tema amoroso está presente en "En el tren" (con la lluvia evoca lágrimas femeninas); "Niña querida" (la mujer visualizada como protectora) y "Versos ingenuos" (alabanza de una dama).
Floresta Sonora
En Floresta sonora, Froylán Turcios consolida su nombre como gran sonetista. Lo comprueban las bien elaboradas piezas que, en número de sesenta y nueve, configuran el núcleo del libro. Del octosílabo al alejandrino, destaca una musicalidad abrevada en la exuberante fuente modernista. Formalmente, esto es incuestionable. Sin embargo, el autor no se pudo liberar de las adherencias conceptuales del romanticismo. Visión del mundo y temas así lo indican. Abundancia de textos que pulsan las consabidas cuerdas de los libros precedentes: amor; muerte; nostalgia; pesimismo; hastío de vivir; contraposición sueños ideales-realidad; valoración de la mujer en términos de virginidad y pureza y elogios a personalidades o escritores preferidos. Los títulos grafican el concepto: "Recordando a Annabel" (cuarenta y ocho cuartetos); "Flor de amor"; "Añoranza nocturna"; "Ojos muertos"; "Pena ignota"; "Hastío"; "Virgen blanca"; "Quimera azul"; "Duelo de amor"; "Epitafio"; "Rumbo al misterio"; "Letanía fúnebre"; "Fúnebre mal" (el hastío, el asco frente a la vida); "Vértigo sensual"; "En los inválidos" (exaltación de Bonaparte); "Jardín ideal" (el propio yo, jardín cerrado); etc.Ofrecen mayor interés los textos que enfocan una temática distinta. "En París", el anhelo de viajar a la ciudad emblemática del modernismo se contrapone al desencanto ante la realidad. "Anhelo eterno", el amor al saber. "Inmortalidad" recuerda el compromiso del poeta con la dignidad; "Canon sagrado" exhorta al escritor a luchar por la verdad. "Para un gran poeta" conmina a la búsqueda de la belleza. "Horror de la máscara" le pide a la mujer autenticidad en la relación amorosa. En "Fraternidad" insta a realizar el bien. "Escepticismo" es una invitación al goce del presente. "Breviario antiguo" confronta con la realidad:
El verbo de este libro es una llama
donde la flor de la ilusión perece.
La cantárida vive. El mal florece
y un veneno sutil la sangre inflama.
Su olor no es de verbena ni retama
y un hálito de pólenes parece:
bajo el fuego del sol se desvanece
y dice al hombre: ¡fecundiza y ama!
Libro caliente de emoción sentida,
Amargo y cruel como sangrienta herida,
pérfido y dulce y de un saber profundo,
en cuyas hondas frases entreveo
todo el dolor del inmortal deseo
que da la vida y que estremece al mundo. (Ib: 42)
No obstante la reiteración de temas, es preciso consignar la habilidad del autor para encontrar giros, frases e imágenes que, en algún matiz, se apartan o difieren de otros textos. En otras palabras, aunque hay una atmósfera común y que, por momentos, tenemos la impresión de estar frente a una lira monocorde, el poeta realizó un trabajo estilístico muy honesto, de exigencia consigo mismo.
Flores de Almendro
En Flores de Almendro encontramos noventa y tres textos. La mayoría -algunos con importantes modificaciones- están incluidos en los libros anteriores. Los restantes carecen de algún aspecto destacado o peculiar. Quizá, por apartarse de la temática usual, hay que mencionar "Patria inmortal", soneto que constituye un vigoroso llamado a la defensa de la soberanía nacional:Nada mi tedio fúnebre aminora:
ni el orgullo del nombre resonante,
ni el viaje ideal sobre la mar sonora
tras del ensueño en el azul distante.
(...)
Sólo me enciendo en cólera que espanta
cuando intenta humillarte, Patria mía,
del extranjero la maldita planta. (Turcios, 1932: 127)
Flores de almendro, publicado cuando ya en otros países de Centroamérica se había producido una poesía diferente y renovada, constituye un anacronismo, tal como se deduce, inclusive, del romántico título que ostenta. Sí es encomiable el afán del poeta por preservar -en la relativa perennidad del libro- muchos de los textos que andaban dispersos en periódicos y revistas.
Comentario General
En el campo poético, Froylán Turcios, en todos sus libros, ofrece un cuadro temático sin diferencias de carácter sustantivo: variantes del binomio amor-muerte (la amada prematuramente muerta, el amor como vencedor de la muerte, las solicitudes específicas a la amada para cuando él muera); exaltación de los estados mórbidos del espíritu (la melancolía, la tristeza, la añoranza del pasado); mitificación de la mujer (especialmente en lo concerniente a las cualidades con las cuales se la pondera: virgen, bellísima y extremadamente joven); idealización de la naturaleza (marcos idílicos en consonancia con la euforia amorosa); percepción metafísica o mágica del mundo (la vida como misterio, la presencia de fuerzas incognoscibles que la dominan, la existencia ultraterrena y la persistencia de la comunicación más allá de la muerte); conciencia del oficio de escritor (status de privilegio para el poeta, sentido de la responsabilidad social) y apuntamientos de tipo patriótico. Casi sin excepción, la versificación es nítida. Turcios, exigente conocedor de la métrica y con un gran sentido del ritmo -apuntalado, sin lugar a dudas, por la eclosión modernista-, no cometió deslices al respecto. El mismo patrón de exigencia aplica a los textos en prosa, ceñidos a ricas modalidades musicales y con predilección por los párrafos y oraciones breves. De claridad prístina y meridiana. El meollo del asunto radica en su propia concepción de la poesía y en la manera de utilizar el lenguaje (denotación/connotación racional, amparada por el significado tradicional de los vocablos; profusa adjetivación, abuso de la hipérbole...) que se negó a cualquier audacia renovadora de impronta vanguardista que, por cierto, ya había brotado, con gran fuerza en la vecina Nicaragua. Turcios, conceptualmente, nunca salió del siglo XIX y, desde el punto de vista de la forma, no trascendió el modernismo.
Umaña H.(2007)Froylán Turcios en Poesía(extraido 9 Sep. de la pagina web.litart.mforos.com
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